Proyecto del Fondo de Fomento a la Investigación de la Música Nacional del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes 2009, con el patrocinio de la Asociación Nacional de Compositores y del Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
La Guía auditiva de música chilena del siglo XX comprende 40 obras compuestas entre 1918 y 1999, que poseen relevancia artística y social en el país. Esta relevancia ha sido determinada por la incorporación de dichas obras al repertorio de solistas y agrupaciones; sus ediciones discográficas y/o en partitura; su presencia en antologías; y por haber generado un discurso en torno a ellas. Este discurso incluye tanto reseñas críticas y estudios analíticos, como reflexiones y descripciones de sus creadores, y estudios sobre sus circunstancias y condiciones de producción. Junto a algunas referencias al contexto histórico en que las obras seleccionadas fueron compuestas y estrenadas, esta guía entrega antecedentes sobre las características estilísticas y formales de cada una de ellas.
El siglo XX comienza musicalmente en Chile con dos obras que demuestran el pleno manejo de los recursos formales e instrumentales de su época: el Concierto sinfónico para violonchelo y orquesta (1915) de Pedro Humberto Allende y el Gran concierto en Re mayor para piano y orquesta (1918) de Enrique Soro. Aunque ninguna de las dos obras acuse pleno recibo de la renovación del lenguaje de su tiempo, si incorporan elementos vigentes en la época, provenientes del impresionismo, el posromanticismo y la concepción cíclica de la forma musical. La obra de Allende no ingresó al repertorio chileno para violoncello -probablemente debido a la dificultad de la parte solista- y sólo fue editada noventa años más tarde en disco. De este modo, será la obra de Soro -más interpretada y disponible en disco desde 1978- la que instale socialmente en el país el dominio de las grandes formas, es decir, al compositor moderno en plenitud.
El límite final del siglo XX es más difícil de definir para la música chilena, pues necesitamos una mayor perspectiva histórica para saber si el siglo pasado terminó musicalmente en la década de 1990 o si todavía no termina. De este modo, en la definición de un canon musical nacional para el siglo XX, debemos terminar sencillamente con el fin cronológico del siglo, remitiéndonos a una de las pocas obras compuestas, estrenadas y grabadas entre 1999 y 2000. Este es el caso de Mimetis, para cuatro flautas, de Aliosha Solovera, un compositor que, a diferencia de Soro, acusa pleno recibo de la renovación del lenguaje de su tiempo. Por esta razón hemos dejado fuera de este estudio a compositores que si bien iniciaron su actividad creativa a fines del siglo XX, su producción musical ha alcanzado mayor audibilidad social a comienzos del siglo XXI.
Juan Pablo González, investigador principal.
Rafael Díaz, co-investigador.